jueves, 30 de julio de 2009

El beso – Olga Liliana Reinoso


—Estoy encantado —dijo un sapo a la princesa. La princesa tragó saliva y se agachó para besarlo. Con la boquita todavía fruncida, el sapito concluyó—: Encantado de conocerte. —Y se fue croando de lo más contento.

Sobre la autora: Olga Liliana Reinoso

Match point - Martín Gardella


Con las suelas pintadas de polvo de ladrillo, hago picar las pelotitas que simbolizan cada una de mis insatisfacciones. Arrojo al aire, individualmente, la sensación de fracaso por los proyectos abandonados, el agobio por el trabajo, los celos excesivos por la mujer amada, las traiciones injustificadas de mis amigos y el asqueo general por la mediocridad que me rodea. Con cada golpe enérgico de mi raqueta, intento expulsarlas de mi alma para siempre. Vuelan corto, resisten el desalojo. La red se encarga de impedir los resultados esperados de la terapia, y añade, a mi canasta llena de esferas, una nueva frustración.

Vulnerabilidad - Antonio Cruz


Cuando Aquiles Argañaraz, salió de su rancho, en ese olvidado paraje de la campaña santiagueña, no sabía que al saludar a sus vecinos se estaba despidiendo.
Antes de llegar al pueblo una serpiente de cascabel mordió su talón y Aquiles inició un viaje sin retorno.

martes, 28 de julio de 2009

Colores - Carlos Feinstein


Tengo sueños coloridos, fuertes, sangrientos. Corro por ellos asustado y me escondo temblando detrás de las esquinas, en los callejones oscuros y en los lugares sombríos. Agazapado en la sombra, lloro pensando en quien ha sido sacrificado, recuerdo sus gritos y sus pedidos de súplica. En cuclillas tengo recuerdos del terror, el miedo y la sangre. Pasado un tiempo, me siento mejor y salgo del escondite.
Cuidate, mientras sueñas en las playas, montañas y praderas, debes saber que serás mi próxima víctima, sólo es cuestión de tiempo y mi paciencia es infinita.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

Imagen: Carmen Carrillo

Psicoanálisis de la infancia - Alejandro Ramírez Giraldo


Psicoanálisis de la infancia - Alejandro Ramírez Giraldo

"Estoy de acuerdo con usted", le dice desde el diván a su psicoanalista. "El origen de todos mis problemas está en la infancia. Fue una infancia pobre, le advierto, y eso me marcó. Miro mi desfigurado aspecto en el espejo, repaso mis gustos sexuales y concluyo que simplemente soy un aborto de mi infancia. Pobre, muy pobre. Otros niños de mi edad y de mi barrio tenían hermanos mayores y esperaban de ellos la ropa que no les servía para vestirse con pulcritud. Yo, en cambio, no tenía hermanos mayores, sólo una hermana mayor que de todos modos me legaba su ropa."




Imagen: Carmen Carrillo

Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo

Contraofensiva - Sergio Gaut vel Hartman


Los funerales de Michael Jackson fueron el evento mediático más formidable de la historia. Miles de millones de televisores encendidos, el doble de ojos pendientes de cada detalle. Pero la verdadera importancia del hecho se reveló cuando un humilde empleado de estadísticas que trabaja en los sótanos de la CIS, la central de control de información universal, señaló que la audiencia había sido mayor que la población total de la Tierra. Gracias al sacrificio del Rey del Pop pudimos detectar a los seres del espacio exterior que se habían infiltrado entre nosotros y neutralizar su malévola invasión.

Imagen: Carmen Carrillo

Génesis (Gen 1,26) - Antonio Cruz


Génesis (Gen 1,26) - Antonio Cruz
(Para Teresita)

Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande sobre los peces del mar y las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo.”
Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó.
Desde entonces, el hombre vagabundea por la tierra creyéndose Dios.

Imagen: Carmen Carrillo

Coincidencia - Olga Liliana Reinoso


Coincidencia - Olga Liliana Reinoso
Yo también tenía ganas de matarlo. A cuchilladas. Hubiera hecho un festival de sangre. La primera, en el pecho. Y después, despanzurrarlo como a un colchón de plumas. Sí, absolutamente, con qué ganas lo hubiera matado.
Pero ahora no puedo, porque él está en la cárcel y yo, bajo tierra.

Sobre la autora: Olga Liliana Reinoso
Fotografía: Carmen Carrillo

domingo, 26 de julio de 2009

El que a hierro mata (Mt 26, 52) - Antonio Cruz


Para Carlos Rojas
El hombre desnudo, tendido sobre la camilla y con sus pies y manos apresados, tiembla. Un temor sobrehumano lo apresa. Se siente desamparado y muy solo.
Reconoce la escena pero él siempre la ha vivido desde el otro lado.
Un tipo, ataviado con bata verde, se acerca y dice con extraña sonrisa “El que a hierro mata a hierro muere”; luego dirige su mirada al sujeto que se encuentra en la cabecera y ordena “Dale anestesia al doctor para que podamos iniciar la cirugía”.

Juramento (Lev 19, 11) - Antonio Cruz


Para E. B.

Dejó el ministerio para asumir su nuevo cargo en el parlamento.
- ¿Juráis por estos Santos Evangelios hacer respetar la Constitución de la Nación Argentina?
- ¡Sí juro!
Estallaron los aplausos.
“La historia hablará de mí” se dijo emocionado para sus adentros.
No se equivocaba. La historia lo recuerda por su mala gestión y porque con el tiempo terminó por acomodarse con los sectores más corruptos de la sociedad para tener un empleo que le permitiese mantener el ritmo de vida al que se había acostumbrado.
A pesar de su condición de profundo conocedor de las Sagradas Escrituras, no cumplió con la palabra empeñada, cosa que está muy de moda entre algunos dirigentes de esta parte del mundo.

Herodes Antipas (Mt 14,3) - Antonio Cruz


Para Claudio Rojo Cesca
Yo, Herodes Antipas, he decidido que ese Juan, que se hace llamar el Bautista, debe morir. No soporto que tenga mejor discurso que yo, que sus mítines sean más concurridos que los míos y que tenga la osadía de criticarme por haber robado la mujer a mi hermano Filipo.

Moisés (Ex 2, 1) - Antonio Cruz


Para Manolo Coronel
El niño fue arrojado por la comadrona a las aguas del Mishky Mayu. No era cosa que se supiera en el pueblo que la hija de un prominente comerciante había dado a luz un niño sin padre.
Un pescador lo rescató y a pesar de que la policía trató de identificar a sus progenitores, nunca pudo lograrlo. Por aquellos tiempos no existían las pruebas de ADN.
El pescador, lector apasionado de La Biblia, se hizo cargo del niño y lo bautizó Moisés, por la historia bíblica, y Gutiérrez porque ese era su apellido.
Moisés se crió como hijo del pescador y a duras penas pudo terminar la escuela.
Cuando el caudillo histórico regresó a la provincia, Moisés Gutiérrez, se transformó en puntero político de la zona, aunque nunca lideró a nadie.
Ni siquiera pudo ser electo diputado provincial.

viernes, 24 de julio de 2009

El cambio - Saurio




Mucha gente conoce la historia de Gregorio Samsa, el hombre que se convirtió en una cucaracha gigantesca. Pocos conocen la historia del otro Gregorio Samsa, la cucaracha que se convirtió en hombre diminuto. Gregorio Samsa fue repudiado y temido por su familia y amigos, un paria de su sociedad. Encontraron su cuerpo en un cucatrap, y la policía determinó que se había suicidado con un cóctel fatal de Baygón y gamexane.
Nadie ―excepto yo y ahora tú, querido lector― sabe que todo esto ocurrió porque un ángel novato tergiversó un par de archivos en la base de datos del Libro de la Vida.
Y nadie ―ni siquiera yo y menos tú, querida lectora― sabe qué es lo que pasó con ese ángel. No ha caído en el infierno ni tampoco en Berlín. Simplemente desapareció y eso fue todo.

Códigos - Adriana Menéndez


Siempre esperando, tanto que ya no sabía qué. Cansada de pretender que no le importaba, se envió un ramo de flores con una tarjeta que decía “Te amo”. Se lo agradeció de una manera descomunal. Él, como en ese momento no quería que le contestaran, no preguntó. Sólo dijo: “Por favor, mi cielo, es lo menos que te merecés”. Se llamó a silencio y decidió volver a perderse en la cotidianeidad del trapo rejilla y la lavandina. A la noche hicieron el amor, aunque era lunes.

Los bondis de Eta Carina - Héctor Ranea


Desde que poblamos este sistema alrededor de la Bestia palpitante no tenemos descanso. Los cortocircuitos son a cada hora, los supermercados se quejan de que sus cajeras se descomponen con ese periodo, los tractores se engranan. Todo por esa estrella veleidosa. Y eso que estamos lejos, ¡eh!. No sé a qué político se le ocurrió mandarnos acá. A veces me pongo a pensar si no habría que enseñarles un poco de Astronomía. Mirá que mandarnos a orbitar una gigante como ésta. Es un escándalo. Claro, el diez por ciento de lo que salió este viaje está en los bolsillos de algunos tinterillos cagatinta, seguro. Mientras, tengo que manejar este bondi temperamental que cada hora me deja plantado y no permite subir gente, así que suelo recibir reprimendas. Un día me bajan el sueldo y ¿sabés el bolonqui que les armo, no?

lunes, 20 de julio de 2009

Temporal – Sergio Gaut vel Hartman & Héctor Ranea


La tarde estaba en vías de llorar a través del sauce mientras el Sol parecía nadar sin prisa. El mundo entero se detenía en el calor del viento Norte que derretía hasta el deseo más profundo. El tipo decidió pasar el tiempo con un buen refresco pero lo invadió la creatividad y decidió que la mejor manera de pasar el tiempo era matándolo. Craso error. Debió saber que al tiempo hay que usarlo en propio provecho, es buen esclavo de quienes son sus súbditos pero el enemigo más sanguinario de quienes quieren matarlo. Lo encontraron con un reloj en su tráquea, un almanaque de mármol encastrado en el ano y una miríada de agujas de minutero clavadas en el damero de la piel... muchos días después. Ironías del tiempo.

Unas monedas - Jordi Cebrián


Unas monedas, pidió el mendigo tras su historia, así que el rey mandó que lo arrojaran desde lo alto del palacio, como ejemplo para sus súbditos de que el dinero requiere esfuerzo. Aun se cantan canciones de aquel día, en que el pueblo se indignó, y se alzó como nunca antes. Se aprendieron lecciones diferentes, aquel día. El rey también aprendió algo, aunque nunca pudo contarlo a nadie, y quienes le conocieron dicen que, antes de ser colgado, mantenía su porte y su arrogancia. Pero todo esto son historias que se cuentan, ya sabeis, a cambio de unas monedas, majestad.

Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/

Amor pétreo - Jorge X. Antares


—Dime que me quieres —dijo la gárgola a la estatua de la bailarina. El silencio provocó la caída de la gárgola ante el dolor de la respuesta. La bailarina, viendo los miles de pedazos de piedra dispersos por el suelo, maldijo que no todas las estatuas tuvieran capacidad para hablar.

Terapia intensiva - Sergio Gaut vel Hartman


Aquel escritor era un enigma para los médicos de la unidad de terapia intensiva. Técnicamente estaba en estado de coma, pero en realidad se debatía entre varios estados: punto y coma, punto seguido, punto y aparte, puntos suspensivos, dos puntos... Por más que se había esforzado, nunca aprendió las reglas de puntuación.

Demonios vagos 1 - Diego Muñoz Valenzuela


Era un demonio tan pequeño como horrible. Lo encontré vagabundeando entre mis libros, de modo que me sentí autorizado para atraparlo y meterlo en un frasco. Emitió un espantoso hedor a azufre: saltó, bramó, expelió fuego por su pequeña y perversa boca. Me divertí contemplándolo: en verdad era un demonio muy temible, sólo que demasiado pequeño. Enfureció hasta el paroxismo cuando le anuncié que iba a convertirlo en amuleto. Estrellaba su menudo cuerpo escarlata contra las paredes transparentes con empecinamiento notable. Terminó por quedar extenuado. Después de varias semanas, luce más tranquilo. Quizás resignado. Insiste mediante señas en que desatornille la tapa del frasco, pero no. Desconfío de él. Suelto, no hay demonio manso; eso decía mi abuela.

http://www.diegomunozvalenzuela.blogspot.com/

Recuerdos desborrados - Héctor Ranea


Poco a poco su memoria verdadera se abrió paso entre los recuerdos falsos. Empezó a contar las caras de sus primos, a enumerar las lastimaduras en las rodillas, los ataques de asma, las veces que había soñado que esta noche debería suceder lo que estaba sucediendo. Los archivos pasaron raudos por su mente que los perdía para siempre, a pesar del esfuerzo puesto para recuperarlos del abismo de su memoria vacía. Algunas escenas le dieron el asco que se presenta cuando la memoria no coincide con la historia. Otras le dieron la sabiduría del después. En todo caso, fue por eso que sin titubear abrió la ventana y.

Imagen de Wikipedia

sábado, 18 de julio de 2009

Todo tiempo futuro fue peor - Raúl Brasca


Todo tiempo futuro fue peor - Clara Obligado

Anoche se sobrepuso a las balas que lo acribillaron y huyó de la policía entre la multitud. Se escondió en la copa un árbol, se le rompió la rama y terminó ensartado en una verja de hierro. Se desprendió del hierro, se durmió en un basural y lo aprisionó una pala mecánica. La pala lo liberó, cayó sobre una cinta transportadora y lo aplastaron toneladas de basura. La cinta lo enfrentó a un horno, él no quiso entrar y empezó a retroceder.Dejó la cinta y pasó a la pala, dejó la pala y fue al basural, dejó el basural y se ensartó en la verja, dejó la verja y se escondió en el árbol, dejó el árbol y buscó a la policía. Anoche puso el pecho a las balas que lo acribillaron y se derrumbó como cualquiera cuando lo llenan de plomo: completamente muerto.

Tomado de "Por favor sea breve", antología, Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2001.

Telequinesia - Raúl Brasca


Telequinesia - Raúl Brasca

-Habrá que creer o reventar- le dijo el hombre que salía de la habitación cuando él entraba. El terminó de entrar. La mujer esperó que se sentara, cerró los ojos y, con voz cavernosa, llamó a la mesa provenzal que estaba en el primer piso. Moviendo ágilmente las patas, como un perfecto cuadrúpedo amaestrado, la mesa bajó por la escalera. -Esto es increíble- exclamó él. Y, antes de que pudiera explicarse mejor, reventó.

Longevidad - Luis Chitarroni y Raúl Brasca


Longevidad - Luis Chitarroni y Raúl Brasca

No son las parcas quienes cortan el hilo ni es la enfermedad ni la bala lo que mata. Morimos cuando, por puro azar, cumplimos el acto preciso que nos marcó la vida al nacer: derramamos tres lágrimas de nuestro ojo izquierdo mientras del derecho brotan cinco, todo en exactamente cuarenta segundos; o tomamos con el peine justo cien cabellos; o vemos brillar la hoja de acero dos segundos antes de que se hunda en nuestra carne. Pocos son los signados con posibilidades muy remotas. Matusalén murió después de parpadear ocho veces en perfecta sincronía con tres de sus nietos.

Tomado de "Antología del cuento breve y oculto", Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2001.

La uña - Max Aub


La uña - Max Aub

Pedro Pérez se vengó de Miguel y Lucía.
El cementerio está cerca. La uña del meñique derecho de Pedro Pérez, enterrado ayer, empezó a crecer tan rápido como le colocaron la losa. Como el féretro era de mala calidad (pidieron el ataúd más barato) la garfa no tuvo dificultad para despuntar deslizándose hacia la pared de la casa. Allí serpenteó hasta la ventana del dormitorio, se metió entre el montante y la peana, resbaló por el suelo escondiéndose tras la cómoda hasta el recodo de la pared para seguir tras la mesilla de noche y subir por la orilla del cabecero de la cama. Casi de un salto atravesó la garganta de Lucía que ni ¡ay! dijo, para tirarse hacia la de Miguel traspasándola. Fue lo menos que pudo hacer el difunto: tambien es cuerno la uña.

Premonición - José Luis Zárate


Premonición - José Luis Zárate

Supo que iba a morir por culpa de una bala perdida, el 12 de marzo de ese mismo año, en la esquina de Rosado y Manríquez. También supo que sus intentos por evitar ese sitio la llevarían irremediablemente a él, que nadie iba a creerle y suplicar ayuda o clemencia por algo que no sucedía aún era inútil, que el kevlar iba a perderse en el correo, que el arma comprada para defenderse se trabaría, que el sueño le estaba negado en el tiempo que faltaba, que iba a dejar de comer y todo le iba a parecer manchado de muerte, una máscara cruel, y que el 12 de marzo, en la esquina de Rosado y Manríquez, ella iba a recibir feliz la bala, porque la temible espera llegaba a su fin.

Tomado de: http://zarate.blogspot.com/

jueves, 16 de julio de 2009

La cena - Héctor Ranea




–Consistirá –dijo el Marqués de Lovrian –de varios platos de codornices condimentadas con las más variadas especias y los más deliciosos…
El otro no dejó que terminara el repertorio.
–Ahórreme los detalles pantagruélicos. Quiero saber si estará su esposa.
–Mi esposa actual, querido Barón de La Muré, sólo será servida durante la Acción de Gracias, aún falta que maduren los arándanos.

Miedo - Jordi Cebrián




Desde la noche que la atacaron, tenía miedo. Hoy en el metro vio a un hombre, y algo en su mirada la atemorizó. Luego, camino de casa, volvió a verle. Aceleró el paso hasta escapar, pero después, en su escalera, allí estaba, esperándola, con aquella mirada. Ella gritó, salió corriendo, pero en la puerta él la agarró, estate quieta, estate tranquila. Ella le golpeó, siguió corriendo, gritando, y allí estaba él, en el paso de peatones; y dentro del coche; y sentado en aquel banco; y vestido de policía, corriendo hacia ella, pidiendo ayuda por radio, si, rápido, está loca.


Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/

Nocturno - Oriana Pickmann


Era un virtuoso. Nadie podía arrancarle notas más vivas al instrumento como lo hacía él.

Lograba interpretar, como en una herida abierta, los más intensos tonos del dolor. Hay quienes dicen haber visto una nube azulina en la sala mientras él interpretaba melodías tristes de amor. Muchos lloraban por sus amores de vidas pasadas, por sus caricias perdidas, por los besos nunca entregados. Las lágrimas se convertían en notas para su partitura. Y él tocaba, tocaba sin parar, como nadie. Con toda la pena que su alma cargaba, tocaba. Se deshacía, pues él también lloraba notas en sus pentagramas. Sonidos melancólicos y profundos, como de submarinos en celo, como de cisnes enamorados.
Algunos afirman que se fue desvaneciendo con su música. Le vieron desaparecer. Se llevó la tristeza ajena consigo. Nunca se supo qué instrumento era.


Tomado de: http://www.nuncaessiempre.blogspot.com/

Primer deseo - Laura Elisa Vizcaíno



El genio apareció a mitad del desierto dispuesto a conceder tres deseos al primer peregrino que pasara por ahí. Seguro de su omnipotencia y colmado de vanidad y soberbia, se sentó a esperar a algún suplicador de milagros. De repente un hombre pasó de largo por lo que el genio, lleno de ansiedad por mostrar sus poderes, tuvo que interponerse en su camino. Aquella persona que parecía más necesitada que nunca, pronunció su primer deseo: “Protégeme de lo que quiero” y el genio tuvo que desaparecer.

Después de la batalla - Héctor Ranea & Sergio Gaut vel Hartman



Humea el campo en el que se oculta el rey blanco. En los zarzales, los monjes negros se solazan contemplando a los alfiles enemigos despedazados y a los caballos comidos por peones hambrientos. La dama, perdida la razón, vaga entre las viejas osamentas de elefantes que no supieron si avanzar o morir. Mirándola desde fuera del tablero, la derrota luce aún peor. El padre no comprende cómo es posible que su hijo, de apenas tres años, le haya dado semejante paliza en la primera partida que juega en su vida. Hace dos o tres ágiles cálculos, mucho más eficientes que los realizados sobre el tablero y lo vende al canal de televisión “Amazing Facts” en siete millones de dólares. Nunca le gustó perder a nada.

martes, 14 de julio de 2009

La mujer de la pared - Carmen Frontera Quiroga


La mujer parecía parpadear, reír, incluso atusar sus cabellos. Me paraba contemplando largos minutos aquel graffiti. Un día ella descendió de la pared, me tomó en los brazos y me dejó ocupando su lugar. Ahora todos me contemplan como yo la contemplaba a ella.

Mano Dura - Alberto Subiela


Sebastián y Marcos no se conocen, pero comparten la amabilidad de carácter y una sincera preocupación por querer lo mejor para quienes los rodean y para la humanidad. Se cruzaron en la Avenida Cabildo, aquel 11 de Junio, Sebastián iba en su Gol hacia Belgrano a comprar un regalo y Marcos en su 206 en la misma dirección. Al ver un auto salir, Sebastián frena para ocupar el ansiado estacionamiento. Marcos, que llegaba tarde al trabajo, embiste violentamente el auto de Sebastián. Ambos bajan, empujando a patadas las ahora arrugadas puertas de chapa. Insultos, gritos, piñas, tumultos, se detiene el tráfico y la policía los lleva detenidos. Cuando al rato son liberados, ambos repiten una frase: “esto es un viva la pepa, un quilombo, este gobierno de mierda no hace nada”. Gracias a la maravilla del automóvil, la Mano dura ganó dos nuevos abanderados.

Círculo vicioso - Saurio


El buey solo bien se lame. Y está solo porque se lame bien. Se lame, se lame, hasta que se convierte en una masa de baba bovina que repugna a vacas y toros por igual.
Y entonces el buey se queda solo. Y se lame, porque está solo. Bien se lame en su soledad.

Capítulo 19. Trampa 22 - Héctor Ranea


Todavía no se había enfriado en la posición que el escritor le había decretado, que ya Gaut tenía excogitado un plan para después, pero antes tenía que salir de ahí. Era la cuestión más peliaguda, pero no imposible. Yo canto mi cuerpo eléctrico, pensó el escritor en su escena congelada. Y del canto saldrá el modo.
Una idea brillante: escribiría mentalmente un cuento en el que el autor desataría los nudos invisibles que lo atan a su postura, mediante hilos hechos de tentáculos de sepia y escribiendo con tinta de varios animalejos que él sabría escoger.
En pocos párrafos el Capítulo 19 había sido tomado por un ejército de calamares y la partida recién había comenzado. Gaut saboreaba ya su victoria al plantar la Trampa 22 en los escaques del cuento, en el que él era el prisionero de Zenda.

domingo, 12 de julio de 2009

El suicida - Guillermo Fernando Rossini


Estuvo pensando y llegó a la conclusión de que su vida era harto monótona. Y lo peor era que no tenía ganas de cambiarla: esa resignación, ese descansar en su dejadez se le representó como una larga siesta; su vida en sí misma era una siesta eterna.
Y que la muerte, tal vez, sería el despertar.

Imagen de Wikipedia

La partida y el caballo - Carlos Feinstein


Odiseo y los suyos, apretados, desnudos y transpirando, se amontonan de en la entrañas de la bestia. El sudor, los malos olores y los calambres por la inmovilidad se hacen insoportables. Ninguno de estos fieros soldados nació para el encierro. En toda batalla el sacrificio de algunos integrantes asegura la victoria. En las pocas hendijas, apenas una mínima luz entre las maderas, se percibe una fea torre enemiga que domina el horizonte.
—Aguanten —les ordena Odiseo— que ya los engañamos, apenas publiquen la ficción breve salimos de ella y ya van a ver como encuentran este blog mañana. No vaya a ser cosa que se crean que pueden mal hablar así como así de nosotros y tomarnos para la pachanga.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

Carta 2 - Antonio Cruz


Para Julio Torri
Querida Circe:
A pesar de tus recomendaciones no me hice amarrar al mástil cosa de la que nunca habré de arrepentirme. No imaginas lo maravilloso que es compartir, día a día, la misteriosa y sorprendente cotidianeidad de una sirena.

Carta - Antonio Cruz


Paris: He recibido tu mensaje pero lamentablemente no podré acceder a tu pedido. No es mi culpa si te dejaste seducir por una casquivana. Por cierto es una mujer bella y sensual, pero muy complicada. Debes saber que me has ahorrado muchos dolores de cabeza, pero no es eso lo más importante. De hecho, esta guerra que estamos preparando nos dará la oportunidad de recuperar nuestro prestigio, por lo que desgraciadamente no puedo aceptar tus disculpas y su devolución. Debiste darte cuenta a tiempo amigo.
Menelao

PD: No me preocupa haber sido engañado. Mis escribas, coordinados por el ciego que tú conoces, trabajan ya en un poema en el cual se demuestra la existencia de un rapto y te atribuyen toda la culpa.

Papel impreso - Sergio Gaut vel Hartman


Es un día bochornoso de enero. Estoy en la cocina, encuadernando las revistas que envió Francisco para que yo las distribuya en Buenos Aires. Mi mujer, como siempre, critica la pérdida de tiempo que conlleva dedicarse a la literatura. Es una cuestión de perspectivas. A mí me parece que la profesión de ella es aún más superflua, ya que el que gobierna el país es en realidad su amante, un tipo a quien conozco de vista. No me importa que ella tenga amantes; lo que me molesta es que desprecie mi pasión por las letras.
Me despierto sobresaltado; me abruma el sueño inmediato, que no logro alejar de mi mente. Presto atención: hay ruidos en la cocina. Debe estar preparando el mate, me digo. Sin embargo, un intenso olor a papel quemado impregna el ambiente. Me levanto de un salto, pero ya es tarde.

viernes, 10 de julio de 2009

El juego de las medusas – Héctor Ranea



El juego de las medusas – Héctor Ranea
De niños jugábamos a saltar sobre miles de medusas gigantes, platos gelatinosos que quedaban varados en las playas después de tormentas nocturnas. Como en una rayuela caótica intentábamos así alcanzar el mar sin confín.
Sucedió que una madrugada el amigo Esteban saltó sobre una trampa invisible disimulada como medusa muerta y desapareció. Que yo sepa, nunca más nadie jugó ese juego aunque en algunas playas aún pueda vérselas dispersas.

Tipo de suerte - Sergio Gaut vel Hartman



Era un tipo tan arrogante que el día del Apocalipsis ni siquiera le pasó por la cabeza que él tenía que morirse como todo el mundo. A la mañana siguente las huestes celestiales que pasaban por ahí haciendo un relevamiento de la demolición, se sorprendieron mucho de ver que había un sobreviviente, lo consideraron un portento y le concedieron un universo flamante, sin estrenar.




Nuevas ficciones - Jordi Cebrián



El escritor descubrió un día que no quedaban cuentos, que todos habían sido ya contados. Preocupado, fue a ver al emperador para advertir de su descubrimiento.
El emperador escuchó sus razones y sus esfuerzos inútiles en busca de nuevas historias. Muy receptivo, sabedor de la importancia que tienen los cuentos y las ficciones para el pueblo, y lo necesarios que son para su bienestar, se decidió a solucionar el problema. Despidió cortés al escritor, agradeciéndole sus advertencias, e hizo llamar a sus bardos y a sus generales. Ante ellos, solemne e imperativo, señaló un país en el mapa.

Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/

Tránsitos - Gabriela Aguilera



Aseguró ser un buen conductor. Lo desafié esa noche a recorrer mis caminos con su lengua y lo hizo, deteniéndose el tiempo justo en cada una de las paradas obligatorias inscritas por los lunares rojos que tapizan mi piel. Respetuoso de las leyes, no pasó por alto a ninguno de ellos. No sabía que viajaba siguiendo las señales de un mapa que lo conducían a estrellarse de cabeza entre mis piernas.

Catalejos y curiosidades - Maria Fabiana Calderari



Mi vecina es una leona. Se pasa el día zanganeando y presumiendo sus curvas. Ruge encantadoramente y quedo alborotado.
La gorda sierpezota del otro lado husmea cuanto sucede alrededor, deslizando, descortés, su larga lengua. Los de enfrente, no hacen otra cosa que alardear de sus cuernos, altaneros y desvergonzados. En la esquina, he avistado unas zorras jóvenes, guapísimas.
Desde que un turista descuidado ha olvidado cerca de mí estos catalejos, he descubierto un mundo nuevo. Como menos bananas y me entretengo más, desde mi jaula.

Tomado de: http://facalderari.blogspot.com/

Jasona - Lilian Elphick



No perdí una sandalia ni encontré el vellocino de oro, frígidas damas del jurado. Perdí un amor y gané una flecha púrpura. La arquera Atalanta me la dio: escribe, dijo, ese amor antes de que quedes ciega de pena. Y yo descifré las coordenadas del deseo. Ese hombre sigue siendo mi regreso y es mi escritura condenada. Pero qué saben los cerdos de confites. Ustedes no podrán jamás ver en mis ojos la mirada del insomne, que buscó en la madrugada una tibieza donde reposar de todo lo vivido.
El viento nos vio, el mar nos vio. Ellos son mis testigos y guiarán mis pasos hacia la salida.

Tomado de: http://lilielphick.wordpress.com/

miércoles, 8 de julio de 2009

Delitos menores - Héctor Ranea

Un joven fue condenado a repasar las vitrinas de un Museo de Ciencias Naturales por haber logrado enseñar a las mariposas muertas a recobrar su capacidad de volar. Se sabe que las mariposas muertas tienen un vuelo demasiado errático, escaparon y sólo fue posible rastrearlas con un can adicto a la naftalina, el que con paciencia perruna fue hallándolas una a una hasta completar el cajón faltante. El joven debió, además, molerle algo de naftalina al perro para que pudiera doparse con el producto, a guisa de premio consuelo.

Las princesas rebeldes - Martín Gardella


Aburridas de vivir la misma historia repetidamente, las princesas de los cuentos decidieron rebelarse y, sin autorización de los autores, convinieron intercambiar sus roles en el momento preciso en que sonaran las doce campanadas del palacio real.
La experiencia fue un rotundo fracaso. La hermosa Blancanieves murió ahogada en el intento de entonar su canción maravillosa debajo del agua, la dulce Sirenita quedó condenada a ser una triste fregona por no lograr encajar sus enormes aletas en el diminuto zapato de cristal y la pobre Cenicienta pasó sus últimas noches llorando desconsoladamente sobre el pequeño camastro donde debió atender sin descanso a los siete briosos enanos del bosque.
Sólo la afortunada Aurora logró conservar el final feliz de su cuento. El pinchazo contra un viejo huso envenenado la internó en un largo y profundo sueño justo antes de la hora señalada para el intercambio.

Pesadillas de Vegetales - Carlos Feinstein


Sueño que soy una planta que reposa al sol. Siento la tranquilidad de estar quieta, inmóvil y entro en comunión con mi paz interior. Pero al tiempo, incómoda, insatisfecha en mis necesidades, descubro que soy una planta carnívora que devora con sus hojas asesinas pequeños insectos, algunos muy dificiles de atrapar. Un ansia voraz de bichos me invade.
A la noche, mucho más tranquila me duermo y sueño con mucho placer en los paraísos carnívoros, en los cuales el asado y los chorizos se sirven a punto.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

lunes, 6 de julio de 2009

La guerra final - Daniel Frini


La guerra final
Daniel Frini

Hace un milenio, la humanidad descubrió el secreto de la inmortalidad. Durante los setecientos años siguientes, los humanos del tipo H, nacidos según el método tradicional, ejercieron el dominio y desarrollaron a los tipo C, nacidos clones, y a los tipo M, modificados genéticamente. En ese período de paz relativa, no murió nadie por enfermedad y se alcanzó una población incalculable. En los trescientos años siguientes, nosotros, los tipo A, trabajando desde las sombras, instigamos la lucha entre los demás. Hace tres días murió un clon, último sobreviviente de la guerra entre los H, los M y los C. Ahora solo quedamos nosotros, un millón quinientos mil humanos del tipo A. Todos inmortales.
Mi nombre es A Utnapishtim Gamma. Por supuesto, la A indica mi condición de nacido androide.

Tomado de:
http://www.servercronos.net/bloglgc/media/blogs/minatura/pdf/RevistaDigitalmiNatura94.pdf