jueves, 31 de diciembre de 2009

Un millón, mil millones – José Luis Zárate

Las trajimos a nuestro mundo y rompimos un delicado mecanismo del que ignorábamos todo. Por su belleza, la magia, lo etéreo, lo sutil, lo numinoso están aquí, en un sitio sin depredadores por lo cual su población estalló como nunca lo había hecho, en un mundo en donde faltaban nutrientes del que ellas mismas ignoraban eran vitales, y como nacían caían. Un millón, mil millones. De tal manera que al horror se anuda el alivio. No nos ahogarán, no devorarán cada parte de lo nuestro. Esta mañana vi mil cadáveres diminutos en la acera y sólo sé que, cuando sean pocas, cuando encontrar una sea fuente de maravilla, volveré a apreciar a las hadas.

Las que nadie quería - José Luis Vasconcelos

Marchaban en fila, como hormigas, y a su paso dejaban un olor de ceniza. Las que nadie quería llevaban a sus hijos sobre la espalda. Sudaban angustia y su respiración arrastraba recuerdos andrajosos. Su mirada entregaba cielos grises y esperanzas marchitas.
Caminaban con calles altas sobre la frente. Mujeres de ropa sucia y pies curtidos. No pedían nada; venían del hartazgo, o más allá. Fingimos ignorarlas y decidimos mirar aparadores. Nuestra nuca fue el muro donde chocaron sus recuerdos. Las hormigas podrían marchar por siempre.
Sabíamos que estaban ahí, soterradas y sumisas. Mirándonos desde la maleza, esperando un día claro para salir y mostrarnos sus miserias... pero nunca esperamos que, mientras les ofrecíamos la espalda, comenzaran a escupirnos mientras nos disparaban con esos viejos arcabuces.

Trofeo del extrañamiento - Saturnino Rodríguez Riverón

El tigre se abalanza, ensaya una pirueta trágica y cae abatido certeramente por tus flechas. De su piel a rayas saldrán un par de sandalias para calzar tus pasos menudos, y un vestido moderno para el cuerpo de fabulosa Diana Cazadora. Con sus dientes también confeccionarás un collar, como un seguro amuleto que distancie las malas intenciones, a los hombres que se abalanzan, ensayando una pirueta trágica, como tigres asesinos.

Ultraje - Héctor Ranea


-¡Es ultrajante, denigrante! -gritaba San Dwich en un oprobioso calor de plena primavera boreal. -¡Me tienen podrido, literalmente podrido con estos almanaques truchos, chinos, berretas. ¡Harto estoy, harto! -berreaba el santo hiperbóreo.
-Calmese -le aconsejó San Ador, con un hilo de voz. -¿Qué sucede esta vez?
-¡Nada! Que en esos países alejados de mi mano, me festejan como San Guche, San Güiche, San Guchazo y hasta en algún lado me dicen Lomito. ¡Basta!

Manías - Sergio Patiño Migoya

Al pasear, si me acuerdo, piso las líneas de las baldosas. Me reconfortan los gatos negros que se cruzan en mi camino. Cuando veo a alguien enderezar un cuadro, voy luego detrás y lo tuerzo. Me desespera que se llegue exactamente puntual a una cita conmigo y me divierte pasar por debajo de las escaleras, especialmente los martes y trece. En la cena de Nochevieja me como las uvas antes de las campanadas, procuro levantarme siempre con el pie izquierdo, me asquean las patas de conejo, las estampitas, que me tiren de las orejas en los cumpleaños... Pero, sobre todas las cosas, odio mi manía de odiar las manías.

Tomado de http://elcurioseador.blogspot.com/

martes, 29 de diciembre de 2009

Enamorados - Anahí González


El verano huele diferente cuando se está enamorado. En pleno núcleo urbano se percibe el bosque.
Olor a chicle de fruta, a lluvia, a perfume de la piel.
Todo deja de ser lo que es o lo que se supone que es.
El césped, por ejemplo, pasa a ser el paraíso de los enamorados quienes, recostados sobre él, viven entre dos cielos.
La noche se suelta el pelo para ellos.
¿Qué es movimiento? ¿Qué es estatismo?
Sin importar cuánto dure, un beso será siempre un largo viaje.


http://www.misespejitosdecolores.blogspot.com/

Entuerto amoroso – Alejandro Ramírez Giraldo


Mi sombra se ha enamorado de otra y todo el tiempo está tras ella en un cortejo interminable. Yo, en consecuencia, voy a rastras a su lado. He intentado convencerla que no es un buen partido para ella, que no tiene el estatus de nosotros, que quizá sea una promiscua…, etc. En vano, mi vida está en suspenso mientras logro superar este entuerto amoroso.


Publicado en el blog: http://cuentominicuento.blogspot.com/

Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo

Visión de las cosas - Saturnino Rodríguez Riverón


Cría cuervos y te sacarán los ojos. No críes cuervos y lo mismo te sacarán los ojos.
Los cuervos tienen muy arraigada su vocación de cirujanos oculistas. Expertos en extirpar el punto de vista ajeno.

lunes, 28 de diciembre de 2009

La maldición de Garabato - Esteban Dublín


Benjamín Urrea Monsalve, más conocido como Garabato, llegó al infierno. Ardiendo encolerizado, el diablo lo esperaba ordenándole conjurar la maldición que había lanzado sobre su equipo. Pero en lugar de amilanarse, Garabato retó al diablo a una tanda de penaltis. Sólo si lo vencía, la maldición acabaría. Fue una tanda feroz que parecía nunca acabar. Cuando Garabato anotaba, el diablo también. Y cuando Garabato fallaba, el diablo también. Rendido y después de 31 años de serie, el diablo hizo un último cobro. Lentamente, el balón cruzó la raya de gol, justo en el mismo instante que Juanma celebraba la primera estrella de América de Cali.

Tomado de: http://estebandublin.blogspot.com/

Atracción - Elena Dreser


Quizás él supo que estaba cayendo en una trampa de la que sería imposible escapar. Tal vez presintió que no era su belleza, sino la hipnosis de su mirada que lo acercaba a ella, paso a paso, irremediablemente.
Sólo resistía unos segundos al magnetismo de su presencia, y volvía a caer en la atracción de esos ojos negros, del cuerpo perfecto que inmóvil sobre la superficie blanca parecía aguardar sin prisa su acercamiento.
Ella, en cambio, se veía serena; como acostumbrada a ese tipo de conquistas. Cuando por fin tuvo a su alcance al pequeño insecto, la bella mariposa negra agitó sus alas en señal de triunfo.ñal de triunfo.

Ruta 40 - Héctor Ranea


En cierta región de la 40 una alfarera hizo una vez una tinaja en la que podía entrar ella con todo y su baúl de recuerdos. No hizo la tinaja con la misma fórmula aprendida del marido, sino que agregó un secreto que dedujo de un petroglifo. La tinaja está ahí, para quien quiere verla. La alfarera tiene pintado un hermoso caballo en su frente. Con él viajará un día a Spica.

Metamorfosis doméstica IV - Mónica Angelino


¿Hasta cuando vamos a seguir así?
¡Ya estoy cansada de discutir siempre lo mismo!
¡No puede ser que no entres en razones!
¿Cómo te lo tengo que decir?
¡Quiero poder escribir en una superficie limpia!
¿No me mato trabajando para que tengas el pan todos los días?
Sí, seguí así, parada en tus patitas sin levantar los ojos
¡Es lo menos que podes hacer!
En cualquier momento te saco afuera
¡Y me compro otra mesa!

viernes, 25 de diciembre de 2009

Elecciones - Jordi Cebrián


Votamos entre los vecinos de escalera para elegir al próximo presidente. El del segundo afirmó haber ganado, pues la mayoría de pisos votaron por él. Pero el del tercero argumentaba que teniendo en cuenta los residentes de cada piso, las personas que confiaban en él eran más, así que se proclamó también vencedor. Las dos chicas del ático, que no habían votado, dijeron disentir del sistema y declararon su piso autogestionado. La viejecita del cuarto propuso ilegalizarlas y prohibirles usar el ascensor. Por el bien de la escalera, daré un golpe de mano y asumiré la presidencia por la fuerza.

Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/

Para oírte mejor - Juan Armando Epple


Ser bella y además inteligente suele traerte complicaciones. Nunca estás segura de las intenciones de los que se te acercan. Las más de las veces parecen interesados en tus ideas pero al cabo de unos minutos descubres que  tienen la mirada fija en tu escote.
Por eso me saludas con alegría cuando nos topamos en la calle, en un parque o en alguna tertulia. Los ciegos inspiramos confianza porque prestamos atención especial a las palabras. También poseemos un olfato prodigioso.

Tomado de http://www.letrasdechile.cl/


De la suegra y Caperucita - Saturnino Rodríguez Riverón


Hija mía de roja caperuza, esa que oyes denostar contra mis estatutos, en modo alguno es la Abuelita, sino el Lobo de colmillos punzantes, temido de todos y por todos aborrecido, madre de tu propia madre, que a la postre querrá devorar a tu propio padre.

Pródigo – José Luis Zárate


Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde” y con ella se marchó a un reino lejano, sin dejar ni un número de celular.
Años después, el padre sintió una oscura alegría al enterarse del crack económico de ese reino. Mi hijo regresará se dijo, y me pedirá un mendrugo, no más, y un trabajo decente en alguna de mis fábricas y yo lo abrazaré y haré una cena en su honor y todos se maravillarán de mi generosidad. Y el hermano esperaba para recordarle al padre que el también existía, y el Señor aguardaba para hacer con esto una hermosa parábola, pero el maldito desgraciado méndigo móndrigo hijo pródigo jamás regresó.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Albada (VI) - Víctor Lorenzo Cinca


Me despierto y a mi lado no está mi marido sino Juan, un antiguo compañero de colegio de quien estoy secreta y perdidamente enamorada desde niña. Se despierta con una sonrisa y me pregunta, como si nada, qué tal he dormido. Le respondo que bien, y me besa con ternura, satisfecho. Si al salir de la ducha todavía no se ha dado cuenta del cambio, no seré yo quien se lo haga saber.


Tomado de Realidades para Lelos

Imagen: Claude Monet- Fishing boats leaving the Harbor, Le Havre.

Los libros de Rosa - Samanta Ortega


Rosa tiene una costumbre. Cada libro que termina de leer en el metro lo deja en el asiento antes de bajarse, disimuladamente. Si es en el banco de una plaza, resulta más fácil aún; nadie tiene que gritarle, señorita se ha olvidado esto, con un gesto de vida o muerte, zarandeando el libro con la mitad del cuerpo fuera del asiento. También me cuenta que alguna que otra vez le toca de pie, haciendo la fila para pagar algo o para comprar carne, resultándole divertido ver la cara de la persona a la que decide encajárselo con una pregunta como, ¿me lo sostiene un ratito?, para que no se lo rechace por parecer un timo. Ella, sin embargo, se queda con los que le atraviesan el corazón o le hacen pegar un estirón, y se considera una egoísta por ello, pero no menos feliz. Hay que dejar ir, lo que hay que dejar ir y yo tengo mis propias formas, me dice con una cerveza en la mano, cediéndome un libro que sabe, va a cambiar las mías.

Imagen: Claude Monet-The beach at Trouville.

Albada (IV) - Víctor Lorenzo Cinca


Me despierto por primera vez en muchos años antes que mi esposa y me encuentro al lado a una señora a quien no he visto en toda mi vida. De golpe abre los ojos, me mira, sonríe y ―sin tiempo para reaccionar― me besa dulcemente mientras me desea los buenos días. Enrollado entre las sábanas, observo sus movimientos: se levanta de la cama, se coloca una faja y un sujetador con relleno, se arregla el pelo, se maquilla resaltando los pómulos y disimulando la papada, se aplica con esmero un antiojeras, se pinta los labios, unta su piel con una crema que la deja bronceada al instante, se coloca las uñas postizas, unas lentillas azules, se sube a unos tacones y, pasados tres cuartos de hora, ya se ha convertido de nuevo en mi esposa.


Tomado de Realidades para Lelos

Imagen: Claude Monet- La Promenade

lunes, 21 de diciembre de 2009

Carol - Daniel Aloisio




Carol sigue ahí: ojos vacíos, labios entreabiertos, un collar tan gris como la piel de su cuello.
Ella conocía al homicida, pienso. Por eso lo dejó acercarse.
Y ahora Carol, tiesa, echa raíces en el adoquinado.
Vuelvo a mirarla. Intuyo que el vistazo me aclarará las ideas.
Nada. Ni móvil, ni arma, ni testigos.
Nada, Carol, salvo esta certeza: nunca debiste confiar tu hermoso cuello a la tenacidad de mis manos asesinas.

Daniel Aloisio

Caso fatal – Sergio Gaut vel Hartman


Los médicos movieron la cabeza, tal vez consternados o simplemente confundidos. Después de todo, una muerte segura, tan prematura, no dejaba de ser una patada propinada por Dios en los huevos de la especie. Más allá de las circunstancias que rodeaban al hecho, los médicos estaban enternecidos y mortificados. Y nada moderaba la sorpresa en la que estaban sumidos desde que los análisis y estudios confirmaran que todo era tal como parecía ser.
—¿Has visto algo como esto antes? —dijo el doctor Rizoman.
—No. ¿Un cáncer atacado por un hombre galopante? ¡Jamás! —respondió el doctor Metastasián.
Mientras tanto, el hombre seguía galopando, y el cáncer se preguntaba cuánto le quedaba de vida.

Mar idílico - Javier López


Floto sobre mi espalda en esta mar en plena calma. Las olas me mecen suavemente en este idílico día de verano.
Desde mi perspectiva se puede contemplar un cielo azul inmenso, un sol resplandeciente. Se oyen aves, e incluso risas de juegos infantiles que llegan a través del aire, desde la playa.
Ahora resultaría difícil de creer, pero hace tan sólo unas horas este mismo mar no era plácido ni lucía un cielo azul, ni desde luego brillaba el sol. Tampoco se escuchaban cantos de aves, ni jugaban niños, cuando la tempestad nos hizo naufragar.
Las olas seguirán meciéndome, suavemente, hasta que mi cuerpo toque fondo en alguna orilla.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Desconcierto - Antonio J. Cruz



A través del cristal oscuro de los anteojos todo lo que lo rodeaba era como una pelota; una esfera plástica y rojiza.
Un instante y todo volvió a la normalidad. Se hundió en sus propios pensamientos ¿Cuánto valdría su futuro? Se preguntó. Acaso... ¿Dos monedas de veinticinco centavos y no treinta denarios?
Decidió jugar su destino sintiéndose un triste conejo de tela. “Número par, suerte; número impar, que se lo lleve el diablo” Se dijo.
Fue impar. Abrió la caja que estaba sobre la mesa y en su interior encontró la llave.
Sonaban cuerdas de guitarra en extraña melodía cuando abrió la puerta que daba al balcón y caminó, resuelto, hacia la baranda.

Camino a Corinto - Juan Armando Epple


Edipo, rey de Tebas, no se quitó los ojos al saber que la mujer que había desposado era su madre. Pero hay otra versión, no menos terrible, que afirma que Yocasta sorprendió a su hijo dormido y le quitó los ojos con los broches de su vestido, para impedir que Edipo fuera a Corinto en busca de su madre adoptiva, Mérope.

Tomado de Letras de Chile

La noche se acaba - Javier Arnau


La noche se acaba. Todas las noches, no sólo esta en la que nos encontramos, sino todas. Selene, la reina de los gatos ya nunca volverá a mostrarnos su brillante semblante. Se nos han roto, tal vez para siempre, el crepúsculo, las sombras que recogen en su manto cantidad de oníricos seres que cabalgan en nuestra imaginación. La fantasía, los poetas, la imaginación...incluso el temor, ya nunca serán iguales. La umbría negrura, iluminada sólo a veces por nuestro vecino satélite, quedará proscrita a fábulas y quimeras, si esta desventura no nos ss revertida por los poderes que la emanaron.
Sólo nos queda adorar a los seres noctámbulos, aquellos que habitaron en nuestras leyendas, y esperar que con su poder, den forma a una nueva noche, que con ella aparzca nuestra luna, la luna de los poetas, de los vates.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Se busca un voluntario - Juan Armando Epple


—A tu hermanito menor no me lo llevas a ese juego de Guillermo Tell —le advirtió la madre al niño, que se aprestaba a salir con su arco, flechas y una manzana— si quieres lleva a tu abuelo, que ya ni sale de la casa el pobre desde que se fue quedando ciego.

Tomado de Letras de Chile

Encontrar la bondad - Saturnino Rodríguez Riverón


El más fuerte, tarde o temprano se da de bruces con la horma de sus zapatos, y será lanzado por los aires.
El más rico, el más acaudalado, hallará un hueco antropófago en la madre tierra que lo deglute todo: carne, huesos, memoria, riquezas...
La mujer más hermosa topará con otra que le sobrepuje en belleza y entonces estará abocada a romper su espejo.
El más sabio se sentará sobre un hormiguero y confirmando la regla confuciana continuará sentado en él hasta que las hormigas lo devoren.
Sólo el más bondadoso, el que ama más, no teme encontrar quien sobrepase su capacidad de amor y bondad, porque entonces habrá puesto un alto en el camino, seguramente creerá haber dado de pronto con un sucedáneo divino o con el mismísimo Dios en persona.

100 Años – José Luis Zárate


Nadie ignoraba la desastrosa historia del príncipe con sus mujeres.
El intento de asesinato de la infiel consorte, y la triste decapitación (la seguía amando).
Todos comprendieron el porqué se lanzó a buscar a una princesa dormida 100 años.
Lo sorprendente fue que la encontrara, la trajera al reino, la desposara, que luciera feliz, que al fin hubiera encontrado a quien amar de forma tan absoluta.
El pueblo gustaba de verlos cuando salían a pasear en la palestra real, rodeados de cojines y sirvientes. Ella resplandecía (más ahora, embarazada) y él era feliz.
¿Qué más se puede pedir a un cuento de hadas?
Que el príncipe nunca se molestara en despertarla, era un detalle insignificante.

Circo pobre 1 - Diego Muñoz Valenzuela


El payaso secó su transpiración con la toalla húmeda. Con mínimos y calculados movimientos se desprendió del traje colorido. Borró el maquillaje de su rostro sumergiendo la cabeza en una cubeta de agua espumosa, restregándose con sus manos diestras. Se colocó el atavío de trapecista eximio, se peinó a la gomina y se calzó las zapatillas plateadas. Tomó de la mano a la irreconocible mujer barbuda y salió con ella corriendo al escenario. El delirante público los esperaba ansiosos y estalló en aplausos al ver a las estrellas del show. La mujer voladora le guiña un ojo y le susurra al oído “a ver si llegamos con energía al número de acrobacia”. “Eso si no te corto en dos para el número de magia”, le contesta el trapecista excelso haciendo brillar sus lentejuelas.


Tomado de: http://diegomunozvalenzuela.blogspot.com/

La eterna presencia de Heráclito - Antonio Cruz


El Doctor A., quién a lo largo de su carrera ha sido tantos como la vida le ha exigido para sobrevivir, ya sea médico de familia, cirujano ayudante, obstetra de emergencia devenido en pediatra, médico en los campamentos de YPF, auditor, supervisor de área programática, médico en un posta sanitaria, médico de hospital o médico de guardia en tantos lugares, no ha sido nunca uno de esos acerca de los que Heráclito dijo "Los médicos cortan, queman, torturan. Y haciendo a los enfermos un bien, que más parece mal, exigen una recompensa que casi no merecen" ya que el Doctor A. nunca cobró una consulta.

Hipócrates Mamaní
(Semblanzas ciudadanas - 1963)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sacrilegio - Antonio J. Cebrián


Ydss IV contempló desde el acantilado el bello paisaje. La exuberante vegetación multicolor florecía a ambos lados de los cauces sinuosos desparramados por la llanura hasta donde la vista podía alcanzar. El sagrado Ismm —el líquido vital— era distribuido por los canales aprovisionando hasta el último rincón del planeta.
Eran buenos tiempos, había Ismm para todos y la energía alcanzaba a una gran mayoría de hogares marcianos. Pero, gracias a Ydss se avecinaba una época aún mejor; sus máquinas Ushmm, que transformaban el líquido Ismm directamente en energía, abastecerían a todo el planeta.
Pero siempre había descontentos y gente opuesta a todo. Ydss tomó el tallo Arss que contenía la pena de muerte para aquellos agitadores sediciosos y la autorizó. Lo que más molestaba a Ydss era aquella idea sacrílega que esgrimían. La insensata afirmación de que las máquinas Ushmm terminarían por secar los sagrados canales de Marte.

Sobre el autor: Antonio J. Cebrián

Absurdo marciano - Javier López


Absurdo marciano - Javier López

—¿Es usted marciano?
—No, soy korindegon.
—¿Y eso de dónde es?
—No, no es.
—¿Cómo que no es?
—Korindegon no es.
—¿Pero a qué se refiere con que korindegon no es? ¿No es qué?
—No es ser marciano.
—Pero eso ya me lo dejó claro desde la primera palabra que pronunció, y desde entonces no ha parado usted de decir incongruencias.
—No.
—¿Que no qué?
—Korindegon.
Tiempo después pude enterarme de que korindegon era una especie de marciano imbécil.

Tormenta de rayos en Marte - Héctor Ranea


Tormenta de rayos en Marte - Héctor Ranea

Los marcianos no conocían los rayos. Estaban todos mirando la piula en el colone y mientras el terroso le introducía a la marciana el ADN, un rayo partió el aire y todos, exgetas, quemagas, terrosos, astrónomos, glohjis, machos y hembras, corrieron fuera no se sabe si a ver qué djines habían sucedido o para guarecerse del ataque de los romoligos gigantes cuyos flatos se le parecían.

Como efecto colateral de la terraformación, así llamada por los terrosos, una tormenta los baldeaba de guja. Guja rara, porque olía a testostis de lagarto muerto, pero guja al fin. Todos bailaron catala: era la primera lluvia en Marte después de unos millones de años. Habría que ver cómo se adaptaban los flatulentos romoligos, pero eso no preocupó a la asamblea fuera del colone, mientras el terroso quién sabe qué le hacía a la marciana favorita en la piula.

Costo de Vida - Carlos Feinstein


Qué desastre, ya no se puede vivir así. ¡Cómo es posible que una porción de walkish cristalizado cueste cinco yure bolidors! Uno entiende que la crisis de los unkath nos haya afectado y que el valor del combustible nuclear esté por arriba de la capa Nagash. Pero el gobierno tendría que hacer algo. Es hora que las principales fuentes de alimentación tengan precios máximos. Es indigno que haya desnutridos a esta altura del partido. Nunca debería pasar de los tres yure bolidors el tronele de humano a término.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

domingo, 13 de diciembre de 2009

Albada (II) - Víctor Lorenzo Cinca


Abro los ojos y la encuentro tendida a mi lado, desnuda y sonriente, con una mano debajo de la almohada y la otra entre los muslos. En mis fantasías siempre la he imaginado de ese modo, acurrucada y tranquila, prisionera de sus sueños.
Me doy la vuelta con sigilo para no desvelarla y, acostada en el otro lado de la cama, topo con mi mujer, rígida y angustiada por las pesadillas, que se despierta con un humor de perros al mínimo ruido.


Tomado de Realidades para Lelos

Imagen: Nordlyset de Kent Vassdal

Sueño cazado - Saturnino Rodríguez Riverón


Cazador sale en busca de su presa. De la única, la que siempre quiso. La tiene, y se regocija. Ahora es todo un cazador, y un hombre.
A esto se reduce todo: atrapar un sueño y acostarse a soñarlo. O al revés.

Imagen: Vinterstemning de Kent Vassdal

Totalmente inexcusable - Héctor Gomis


Caballero, su comportamiento es totalmente inexcusable. He tenido que soportar que entrara en mi casa, y que, con todo el descaro del mundo, sedujera a mi mujer y le hiciera el amor violenta y apasionadamente delante de mis narices, y he aguantado estoicamente, observando sus furiosos embates contra mi esposa, solo por mi respeto a las buenas formas y mi enemistad con la violencia, pero lo que no le consiento, y lamento subir el tono de voz pero es que me enerva su actitud, como decía, no le pienso consentir que después de haberse satisfecho dentro de mi amada, se vista como si aquí nada hubiera pasado e intente salir de mi casa sin ni siquiera darle un beso de despedida como es de rigor.

Tomado de: http://uncuentoalasemana.blogspot.com

Imagen: Songs from the woods de Kent Vassdal

Me dejó dos veces - Samanta Ortega


Llegué a casa y me serví un trago. Todo para nada, pensé. Como mi mujer intentó dejarme por otro hace un año, la maté para que su fantasma se quedara conmigo. Ayer, el muy cabrón apareció en mi casa sin llamar; me dijo que había muerto de un ataque al corazón y que esta vez no podría impedirle que se la llevara.

Imagen: Et eventyr de Kent Vassdal

sábado, 12 de diciembre de 2009

Peor el remedio - Jorge X. Antares



Distribuido por los canales del agua potable, la droga hizo su efecto y el pueblo olvidó todo lo malo que había hecho el eterno partido en el poder. Con lo que no contaron los sabios dirigentes es que la gente también olvidó el miedo con el que les controlaban.

Trepanación - Antonio Cruz

Después del terrible traumatismo de cráneo, el especialista realizó una brillante trepanación para evacuar el hematoma. Seguramente, en el futuro, los estudiosos se devanarán los sesos para saber cual era la técnica empleada por los incas para esta operación.

Atahualpa Villalobos (Diario de viaje por las Indias Occidentales – 1585)

Terapia - Antonio Cruz



A Julio Cortázar
Un cronopio, médico de profesión y con ínfulas de escritor decide concurrir a un taller literario en la calle Cortázar de la ciudad de Santiago del Estero. Al día siguiente de trabajar en la lectura y reescritura de cuentos de un, para él, desconocido escritor franco-argentino cuyo nombre sería Julio, aunque no recuerda su apellido, atiende a un paciente al que le duele todo y sufre de anorexia e insomnio. El Cronopio inspirado por sus actividades literarias le receta la compra de un ramo de rosas. A los pocos días, el paciente regresa acompañado de un escribano y un abogado para iniciar un juicio por mala praxis.

Arturo Comán (Acerca de de los médicos escritores - 1964)

Llover a cántaros - Brice Tarvel

La princesa de las nubes tuvo la enojosa idea de ponerse a hacer alfarerías. Desde entonces, llovía a cántaros. Como la princesa no se molestaba en barrer sus restos, los de abajo se herían los pies en astillas cortantes, lo que terminaba por hacer de su vida un infierno. ¿Iba a ser necesario enviar a un maestro alfarero a las nubes, para que ella aprendiera?

Traducción del francés: Jacques Fuentealba

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Herencia y resignación – Héctor Ranea



Muerto el último Barón Ballamust, y nombrado como único e universal albacea y heredero, Lorenzo comenzó su tarea de acuerdo a lo hablado con la tía Elsa acerca de repartir las joyas entre escuelas carenciadas, los libros entregados a bibliotecas públicas y el dinero de las diversas y numerosas cajas entre instituciones de bien público, dejándose para él una fortuna suficiente como para poder viajar. Sin embargo, en el contrato había una cláusula que fue la más difícil de cumplir para el albacea, cual era la de recolectar en los armarios del palacio las innumerables perchas robadas a hoteles de todo el mundo por generaciones incontables, desde la época de las primeras cruzadas, se especulaba, de familias de los Ballamust. Algunos hoteles, comprensiblemente, habían desaparecido, pero el joven Lorenzo tenía todo el tiempo del mundo para satisfacer los últimos deseos de la bella tía para rastrear a sus herederos.

Imagen: Diseño de Ingibjorg Hanna Bjarnadottir

La profecía - Francisco Chávez Montalvo



Cuenta la leyenda que el rey cocodrilo, monarca de los pantanos y soberano de los ríos, al ver que le habían llevado prisionera a una serpiente con facha de pitonisa, preguntó:
—¿De qué se le acusa?
—De herejía, Milord —respondió un guardia caimán— la adivina ha osado profetizar que habrá una criatura que será capaz de acabar con todos los reptiles.
Al escuchar ésto, el acorazado animal de fauces puntiagudas exclamó:
—¿Acaso no sabía el padre de mi padre, al igual que todos nuestros ancestros, que lo único que podrá destruirnos será una catástrofe que acabará con cocodrilos, lagartos y dinosaurios por igual?
Desde entonces los cocodrilos han sobrevivido, superando airosamente la extinción masiva de dinosaurios y siendo adorados por culturas milenarias, hasta que a alguien se le ocurrió que podían convertirse en zapatos.

El volcán - Saturnino Rodríguez Riverón



El tragacandelas engullía tizones tras tizones, pequeñas teas encendidas y carbones al rojo vivo. Parecía el dragón de la leyenda, pero en sentido contrario. Con el tiempo, todo el fuego acumulado en su interior explotó, hizo erupción súbita, y la lava salida de sus entrañas corrió sin detenerse varios kilómetros. También las cenizas, que echaron a volar, cubrieron la ciudad por varias horas como si el sol hubiese sido borrado de un manotazo. Tuvieron que intervenir los bomberos para detener un incendio tan particular. Personados los paramédicos en el lugar del siniestro, un doctor en prevención de futuras catástrofes, le prescribió una dieta mucho más gélida: helados, refrescos fríos, comida congelada, en general.

Imagen: Nanda Botella, "Volcán"

Plataforma uno - Antonio Cruz


El hombre de edad madura transita por la estación de trenes. Nadie repara en él. Se mueve con una sutileza que espanta y se asemeja a un fantasma.
Entra al bar situado frente a la plataforma uno. Invariablemente ocupa una mesa que da hacia la misma y fija su mirada durante horas observando absorto la constante partida de los trenes.
Ninguna de las personas que pueblan el bar, lleno de gente, se da cuenta de su presencia, aunque curiosamente nadie se sienta a su lado.
Él permanece solo, abstraído y concentrado mirando la partida de los diferentes convoyes. Cuando el expreso de las 07,30 se coloca en posición de partida, sus ojos cobran vida. Su corazón late más aprisa.
Cuando el tren parte, sonríe de manera triste, se levanta y se marcha.
Ese era el tren que abordó el día de su muerte.

Imagen: Claude Monet "Tren en la nieve" (1875)

lunes, 7 de diciembre de 2009

Hecho clave – Sergio Gaut vel Hartman


El escriba levantó la vista del papiro y buscó inspiración en las inscripciones de las paredes, en las cercanas pirámides, en el perfume de las cortesanas… infructuosamente.
Miles de años en el futuro, el doctor Philip Morris ponía a punto su máquina del tiempo, listo para viajar al pasado. Ignoraba que su llegada le proporcionaría al escriba los elementos que necesitaba para completar su crónica y tampoco sabía que el registro del evento desencadenaría una sucesión de paradojas que eliminarían su continuo y harían colapsar el universo.

Problema inverso - Héctor Ranea


Dado como dato el cazador, sus armas, su atuendo, se puede colegir las presas a las que desea convertir en cadáveres. Ahora bien, dada la presa como dato: ¿Podría usted reconstruir el cazador si sólo supiera que es un ciudadano deseoso de aniquilar la presa? Dicho de otra manera: dada como dato la mujer muerta: ¿Podría usted contestar quién fue su asesino o asesina? Al revés, seguro que se puede.

Favor de no pedalear mi bicicleta - Carlos Feinstein


Imaginé la luz, entonces él creo la sombra. Planté las galaxias, y él las separó con inmensos espacios vacíos. Encendí las estrellas y las condenó a una vejez oscura. Ordené planetas y encadenó su suerte a cada uno de sus astros dominantes.
Irritado, creé un desafió mayor, uno sin solución, quizás la forma de maldad más sublime.
Ahora, lo veo ofuscado, ha probado meteoritos, miseria, enfermedades, guerras, religiones, mesías, y profetas. Cada día que pasa la invasión progresa en número y está condenado a repetir cada uno de sus experimentos fallidos una y otra vez.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

Furia - Jorge Oropeza

A pesar de la embriaguez, el anciano volvió a sentir la rabia que le acompañó cuando propinó las muertes más atroces: veneno, mutilación, estrangulamiento. No podía recordar ya cuántos gatos habían muerto en sus manos por aquella ira que le provocaban tales animales. Pero de una cosa si que estaba seguro: esa misma furia podía verla ahora en los ojos del gato que, lentamente, le hundía sus filosos dientes en la garganta.

Tomado de http://www.elvacioquevincula.blogspot.com/

Sobre el autor: Jorge Oropeza