
ALIMENTO METAFÍSICO
Sergio Gaut vel Hartman
Kang le obsequió a Kodos un humano magro, aunque jugoso, que no se quejó durante el sancochado y sonreía cuando fue llevado a la mesa. Pero el comensal dio un alarido al probar el primer bocado: tenía gusto a excremento de hiena.
—Debí advertírselo —dijo el almuerzo—: este cuerpo es especial. Los Maestros no necesitamos reencarnar para circular entre los hombres, pero cuando hacemos denso nuestro cuerpo etérico para que sea visible no tiene buen sabor a causa de la Sustancia Universal de la Inmortalidad. Eso, amigo, tiene su precio. —Y tras decir esto el conde Saint Germain se incorporó, abandonó la mesa dando un ágil salto y se marchó con rumbo desconocido.
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