
ARACNOFILIA 8
Rodolfo J.M.
—Yo no le recomendaría bajar en esa aldea señor —me dice el capitán de la tripulación que contratamos para que nos lleve al corazón del África—. Allí la gente adora a las arañas, ¿me entiende? Son sus dioses.
Un escalofrío parece recorrer a la tripulación, algunos se persignan. Nosotros, usando los binoculares, alcanzamos a distinguir, selva adentro, oscuras construcciones, humo de hogueras, estructuras de huesos y troncos semejando telarañas. Al pasar frente a la aldea todos en el barco guardamos silencio. Podemos sentir miles de ojos ocultos que nos observan desde la orilla.
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