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viernes, 22 de agosto de 2008

Compulsión - Luis Solepow


COMPULSIÓN
Luis Solepow

Imposible determinar cuánto tiempo permanecí encerrado. Hay una buena palabra, aunque un poco ambigua: mucho. Pero un día se hizo la luz, una luz fulgurante y cruda, azulina, fluorescente. Rodé por la página como si me hubiera arrojado por un tobogán, allá en la infancia, o por la barranca del parque contiguo a la Biblioteca Nacional. Y fue bueno, porque casi de inmediato la tapa del escáner cayó sobre el libro y lo aplastó. No tengan ninguna duda de que me hubiera aplastado también a mí, sin miramientos. Nada interesante, como a un mosquito. ¿Dónde informar de este atropello? Tiene que haber alguna organización que se ocupe, alguna oficina. Pero de algo estuve seguro desde el primer momento: el tipo era un obsesivo. ¿Qué sentido tiene escanear un libro como ese?
—Tendrías que ir a Escaneadores Compulsivos Anónimos —le dije. Él no contestó y siguió escaneando.

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