CON SANGRE ENTRA
Mónica Sánchez Escuer
Sus compañeras la animan. Decidida, por fin da el salto. Como el espacio es más pequeño que ella, la ñ se desgarra toda, pierde un brazo y la tilde, hasta que logra por fin entrar en la palabra. Exhausta y feliz, la letra pronto se queda dormida.
Al día siguiente, entre sus compañeras tristes, amanece muerta debajo de una cruz de tinta.
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