
CONVIVENCIA
Ildiko Valeria Nassr
Odiaba sus ronquidos. Le daba codazos entre las costillas, le metía medias sucias en la boca, lloraba a gritos en el baño, le daba leche tibia antes de acostarnos, le tapaba la cara con una almohada. Nada daba resultados.
Cierta noche, por fin dejó de roncar.
Pensé en la existencia de Dios. Inocente soy. Yo a mi marido lo amaba. Sólo odiaba sus ronquidos.
Cierta noche, por fin dejó de roncar.
Pensé en la existencia de Dios. Inocente soy. Yo a mi marido lo amaba. Sólo odiaba sus ronquidos.
Ilustración: Grant Wood
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