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domingo, 30 de noviembre de 2008

La mujer invisible - Jacinto Deleble Garea


LA MUJER INVISIBLE
Jacinto Deleble Garea

Cuando la mujer invisible se cansaba de la tortura de sus zapatos de tacón sobre el ardiente asfalto, de aquel traje de látex diseñado para imitar la piel y camuflar su perfecto camuflaje; se cansaba del frenesí de la oficina y del baboso de su jefe, que no dejaba de hostigarla; se cansaba de los atascos, aglomeraciones, colas y demás tedios urbanos; cuando, en fin, se hastiaba de la ciudad y su cotidiana impostura, acudía a la playa y junto con lentillas y pestañas postizas se desvestía su máscara, la piel artificial del cuerpo.
Luego, sin importarle la turbulencia, se sumergía gozosa en el mar, que ronroneaba complacido; y las medusas, que eran las únicas capaces de reconocerla, solían seguirla extasiadas; extasiadas y celosas de aquella mayúscula desnudez suya tan diáfana, tan limpia, tan completamente acariciada.

1 comentario:

  1. ¡Hermoso cuento Jacinto! Sobre todo porque tú también te acuerdas de las medusas que sí la pueden ver a la mujer pues en el agua la turbulencia de su goce hace a la mujer visible.

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