
ELLA
Adriana Med
Trescientas toneladas de tristeza caen sobre su cabeza. No se mueve, se queda. Las recibe con los brazos abiertos y se tira en la cama, revolcándose de dolor. Se mira al espejo, se sienta, lee, piensa, se tira en la cama de nuevo. Las sonrisas fingidas, las lágrimas reprimidas, las caminatas vacías.
Y entonces regresan, siempre regresan, cada noche. Se despierta en la madrugada. Bañada en sudor, se levanta. Confundida, desesperada. Hace frío. No hay nadie.
Lo único que le gusta de las pesadillas es que, al despertar, le hacen amar la realidad.
Ilustración: Salvador Dalí
Y entonces regresan, siempre regresan, cada noche. Se despierta en la madrugada. Bañada en sudor, se levanta. Confundida, desesperada. Hace frío. No hay nadie.
Lo único que le gusta de las pesadillas es que, al despertar, le hacen amar la realidad.
Ilustración: Salvador Dalí
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