Tomando el segundo trasgo de café, sintió el aire que venía desde la ventana, a cuyo lado estaba sentado. El flujo iba acelerándose poco a poco, hasta hacerse, primero, una brisa, y después, viento ligero, que lo mordía haciendo pedazos su piel; al fin, se quedó sin ella, pareciendo un revenant; y la gente seguía ausente, charlando de sus cosas, bordando trenzas de tabaco en el ámbito del local; después se fueron todos; el revenant ordenó otro irish coffee y se durmió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.