
Su obsesión era salir del anonimato y quedar para siempre en el recuerdo de la gente. Tal vez alguien le contó lo de Alejandría, pero en el pueblo lo más parecido a una biblioteca era el Juzgado de Paz, frente a la plaza. Una noche de invierno de 1922 entró con una lata de kerosén y una caja de fósforos. Por descuido o por suicidio, murió entre las llamas.
Sus datos de filiación se quemaron en el incendio.
Reproducido con permiso del autor de Cuentos Pendientes. Editorial Ruedamares (2007).
Hola Eduardo, soy Sebastian Gotthelf de mexico , nacido en argentina, seremos familiares? Soy nieto de Alberto Gotthelf, en fin , te mando saludos desde mexico.
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