
Premio - Jorge X. Antares
El viejo no paraba de gritar y gritar y el negociante no paraba de vender y vender papeletas. Un joven pelirrojo de aspecto brutal dio un grito.
-He ganado. Tengo el número. -Todo contento cogió el pico y se dirigió a cobrar su presa. Los fines de semana en ese asilo en medio de la nada eran especialmente mortales.
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