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viernes, 10 de julio de 2009

Tránsitos - Gabriela Aguilera



Aseguró ser un buen conductor. Lo desafié esa noche a recorrer mis caminos con su lengua y lo hizo, deteniéndose el tiempo justo en cada una de las paradas obligatorias inscritas por los lunares rojos que tapizan mi piel. Respetuoso de las leyes, no pasó por alto a ninguno de ellos. No sabía que viajaba siguiendo las señales de un mapa que lo conducían a estrellarse de cabeza entre mis piernas.

2 comentarios:

  1. Ese desafío suele no ser satisfecho, convengamos que los malos conductores priman, aunque todos ellos se jactan de ser los mejores pilotos.

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