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jueves, 26 de noviembre de 2009

Invasión inesperada – Sergio Gaut vel Hartman


Se contaban por millones. Cayeron sobre las ciudades de los humanos y las sepultaron bajo toneladas de materia en cuestión de minutos. Era una sustancia gris y corrosiva que disolvía la carne y la sangre con la misma facilidad con que derretía el acero y licuaba el hormigón. Doce horas después de iniciada la invasión el reinado del hombre (y la mujer) sobre el planeta Tierra había finalizado. Fue imposible resistir a un ataque planeado con astucia, ejecutado con pericia y resuelto con una eficacia que desmentía el escaso predicamento que habían tenido los atacantes, desde que el mundo era mundo.
Asombradas, casi estupefactas, las ratas y las cucarachas, eternas herederas al trono del imperio, se preguntaban si las palomas serían capaces de usufructuar su hazaña.

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