
Nadie ignoraba la desastrosa historia del príncipe con sus mujeres.
El intento de asesinato de la infiel consorte, y la triste decapitación (la seguía amando).
Todos comprendieron el porqué se lanzó a buscar a una princesa dormida 100 años.
Lo sorprendente fue que la encontrara, la trajera al reino, la desposara, que luciera feliz, que al fin hubiera encontrado a quien amar de forma tan absoluta.
El pueblo gustaba de verlos cuando salían a pasear en la palestra real, rodeados de cojines y sirvientes. Ella resplandecía (más ahora, embarazada) y él era feliz.
¿Qué más se puede pedir a un cuento de hadas?
Que el príncipe nunca se molestara en despertarla, era un detalle insignificante.
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