
La princesa de las nubes tuvo la enojosa idea de ponerse a hacer alfarerías. Desde entonces, llovía a cántaros. Como la princesa no se molestaba en barrer sus restos, los de abajo se herían los pies en astillas cortantes, lo que terminaba por hacer de su vida un infierno. ¿Iba a ser necesario enviar a un maestro alfarero a las nubes, para que ella aprendiera?
Traducción del francés: Jacques Fuentealba
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