En cierta región de la 40 una alfarera hizo una vez una tinaja en la que podía entrar ella con todo y su baúl de recuerdos. No hizo la tinaja con la misma fórmula aprendida del marido, sino que agregó un secreto que dedujo de un petroglifo. La tinaja está ahí, para quien quiere verla. La alfarera tiene pintado un hermoso caballo en su frente. Con él viajará un día a Spica.
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