María Graciela se jactaba de ser una persona muy consecuente, por eso, después de haberle repetido a su hija en numerosas ocasiones que ella de mayor podría ser lo que quisiera, y ante la tajante respuesta de la pequeña: Mamá, yo de mayor quiero ser un pulpo, María Graciela besó con cariño a su niña y salió a comprarle una pecera para que fuera entrenándose.
Tomado de http://uncuentoalasemana.blogspot.com
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