
Como todavía no tengo el agua —no he cavado el pozo aún—, tampoco el árbol ha sido plantado. Y si no tengo el árbol para que el niño suba a sus ramas y desde allí conquiste el mundo, pues el hijo no ha nacido. Sólo me queda el relato de estas carencias como primer página del libro que escribiré. A partir de mañana comienzo a cumplir el adagio.
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