
He sentido en mi propia piel juegos imaginarios de desbordada condescendencia. Yo mismo he jugado a entrelazar imágenes aleatorias y a configurar formas en matraces virtuales, mientras la esencia misma de su significado huía atropelladamente ante un intento de explicación banal.
Por eso tuvimos que dejar de jugar a esos juegos de tardía añoranza, y empezar a remembrar bucólicas escenas que, tal vez, nunca arribarían.
Y eso fue todo, nuestro paso de la infancia a la madurez podría resumirse así, con esas pocas líneas condimentadas con un poco de alegoría, y otro poco de evocación.
Por eso tuvimos que dejar de jugar a esos juegos de tardía añoranza, y empezar a remembrar bucólicas escenas que, tal vez, nunca arribarían.
Y eso fue todo, nuestro paso de la infancia a la madurez podría resumirse así, con esas pocas líneas condimentadas con un poco de alegoría, y otro poco de evocación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.