
Los humanos son criaturas de excesos, de aspavientos que nos impiden tomar el rumbo de nuestras vidas. Tomen ejemplo sino: ¿A dónde nos conduce el exceso de Dios?, a la Edad Media. ¿Dónde el exceso de leyes?, a su incumplimiento. ¿Y el de amor?, al olvido. Con esta idea en la cabeza decidí ser parco en todos mis afectos y delirios. Pero, como me quedaba a medias en todo, decidí volver al exceso.
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