Apresuró el paso. La tarde daba sus últimos resplandores Conocía a la perfección los bosques de Ezeiza y sabía que en breve llegaría a destino. Pero no había tenido en cuenta los piquetes de la General Paz que le impedían el paso. No le importó, Luciendo su capa roja, dejó la canasta a un costado adhiriéndose a ellos de inmediato. Es que estaban reclamando chapas y tirantes. A la abuelita, que era pensionada, en última tormenta se le había destrozado la casa. El lobo se portó como un verdadero compañero. Cebó mate para todos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.