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miércoles, 9 de marzo de 2011

Arsénico y nueces – Pablo Matteuci


Fue por casualidad que Felisa Antúnez se enteró de que el arsénico tenía un sabor y un aroma parecidos a las nueces. Los años de violencia sufridos al lado de un marido desmedidamente golpeador, encontraron en ese instante el cauce, la salida que creyó más conveniente.
Su plan se redujo, entonces, a dos pasos: el primero, tal vez el más difícil, conseguir el arsénico; el segundo, prepararle a su marido una rica “torta de nueces”.

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