
Me compré una buena botella de champán. Ya sé donde encontrar al encargado del edificio, ése que siempre nos pega y maltrata. Estoy dispuesto a perdonarlo. Con la botella en mano me dejará acercarme, le romperé el cráneo con ella y me comeré su seso brindando con champán. ¿Acaso no puedo festejar el año como cualquier zombi del planeta?
Héctor Ranea
Imagen de:http://www.abelpau.com/
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