
Antes de aceptar mi nuevo empleo, he de reconocer que confundí los objetivos.
Estuve durante varias semanas entrenando a diario en un gimnasio, reforzando la musculatura de piernas, abdomen, biceps, espalda y hombros. Aunque de poco me sirvió. Una vez que comencé a desempeñar mi tarea, tuve que entrenar bien el ojo para no dejar pasar una coma, guión o tilde erróneas. Y es que el trabajo de levantador de textos requería maña, y no fuerza. Aunque eso sí, para textos cercanos a las mil palabras, nunca viene mal manejarlos con un poco de músculo.
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