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miércoles, 27 de julio de 2011

El usurpador – Nedda González Núñez


Es noche cerrada. El hombre bajo la lluvia esconde su cara que es apenas una sombra inmóvil, entre el cuello subido y el ala del sombrero.
Cuando paso a su lado un hálito frío roza mi nuca, y empiezo a sentir sus pasos rápidos detrás de mí.
Lleno de un espanto tal vez irracional, trato de adelantarme aunque presiento que es inútil. Y es así; en un minuto estoy acorralado.
Giro y ahogo un grito, al ver que el hombre no tiene facciones. Pero mi silencio, no es bien recompensado.
Unos dedos como garras me destrozan las vísceras lentamente, mientras su rostro, que se va transformando en mi propio rostro, va develándose al compás de mi agonía.

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