
Y finalmente acá estoy. Acostada panza arriba, mirando el cielo, buscando nubes sin encontrarlas. El aire es suave; la brisa, leve; el sol, respetuoso de no molestar a mis ojos hipersensibles a su luz. No sé cómo llegué. ¡Lo necesitaba tanto! Un poco de silencio, de calma, de paz. Demasiado ruido -afuera y adentro- no me dejaba pensar. ¿Cómo reconstruir si no hay lugar? Estaba rota; ahora vacía. Buen momento para empezar.
Tomado de El patio de la morocha
Laura Ramírez Vides
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