El servidor de la bestia espera, se acerca el momento; los acontecimientos se precipitaron, ésa maldita cruz caerá por fin y las puertas del paraíso quedaran abiertas.
Se hinca al notar la sombra de su amo merodeando, la bestia está impaciente; deseosa de arrasar con la hueste celestial, dejará su marca mientras arranca alas. Patricia K. Olivera
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