
Ese niño estaba ahí, sobre su camita tibia. La mujer se le acercó y miró sus labios, sus manos tan suaves que parecían transparentes. Lo alzó y lo acunó mirando a su alrededor cuando él hizo ruidos vocales. Empezó a caminar con el bebé en sus brazos, ya nadie podría detener su fuga hacia delante. Al cruzar la puerta estarían al fin libres, pero al salir una luz demasiado intensa la encegueció un instante y cuando pudo abrir los ojos nuevamente el cirujano la vio y le mostró el bebé
-La cesárea fue exitosa, señora. Todo está bien, ya.
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