
Naufrago de soledad, K decide encerrarse en una botella y aventurarse al capricho del mar. El mensajero anduvo errabundo hasta que fue depositado en las soleadas playas de Ítaca. Allí Penélope y Frieda lamentan a sus ausentes amados. Para suavizar la espera, Frieda descorcha una botella que las olas han dejado en la arena. La bebe entera. Alguien Llora. En el horizonte, las naves de Ulises.
Jesús Ademir Morales Rojas
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