
De su nueva ubicación le sorprendía el eterno silencio, roto sólo por esporádicos golpes de martillo y algún ruido poco duradero de pico y pala trabajando la tierra. Después reinaba otra vez la calma más absoluta, a pesar de la elevada densidad de población. Aún no había podido acostumbrarse a ello desde que había muerto.
Acerca de Anna Rossell Ibern
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.