Recupere su sexualidad, decía el aviso. Fue en ese justo momento que el tipo recordó lo que había dejado olvidado. Salió corriendo, preocupado por la posibilidad de llegar tarde. Y llegó tarde, nomás: se le hizo trizas el corazón al ver a su mujer y a su amante devorando con fruición sus partes íntimas luego de guisarlas.
Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman
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