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martes, 22 de noviembre de 2011

Bricolage - Javier López


—Por favor, no me atormente más. Deje de golpearme.
—¿Le ocurre algo? ¿Le duele la cabeza?
—¡Ha dado usted en el clavo!
—¿Puedo ayudarle? ¿Necesita un analgésico?
—No, gracias. Solo que deje de darme martillazos.
En ese momento lo solté en la caja de herramientas y cogí otro. Tampoco costaba tanto apiadarse de un clavo con jaqueca.

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