A la salida del templo después de la ceremonia, mi vecina me señala a su hijo y a su flamante esposa, ambos visiblemente emocionados.
—¡Mire los tortolitos…! —exclama arrobada.
No puedo evitar pensar en las tórtolas, pájaros dulces y frágiles, que en cautiverio son capaces de matarse mutuamente a picotazos.
Mónica Ortelli
Tomado del blog
Ni vara ni cuchillo
¡Buena observación! ¿Acabarán sacándose los ojos?
ResponderEliminarMuy bueno, me encantó.
ResponderEliminarGladis Lopez Riquert