Se dejó caer debajo de la mesa de rodillas, el niño quería recuperar su helado tan anhelado durante tanto tiempo. Nunca se olvidó lo que vio debajo no solo en su mesa si no en las aledañas, encontró otro mundo allá abajo, manos nerviosas, manos perdidas en lujuria, basura de todo tipo, animales raros y conocidos, entre otras cosas que no entendía. Desde ese día olvidó el chocolate y a sus maduros años aún evita sentarse a comer a la mesa.
Tomado de Microtexteando
Acerca del autor:
Carlos Rodríguez Arévalo
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