
Me despertó el escándalo en el piso de arriba. “Mi nieta duerme; además, no creo que sean horas apropiadas…”, protesté. “No volverá a pasar”, se deshizo en disculpas mi vecino, un hombrecito oscuro y solitario. Nada que ver con el tipo cruel y despiadado que, dirán después los diarios, enterraba a sus víctimas en la sala de su apartamento”.
Un tipo amable, sí señor.
ResponderEliminarMuy bueno!
Gracias, Javier. De esos de bajo perfir es de los que debemos cuidarnos.
ResponderEliminarUn abrazo.
José, aprovecho este lugar para invitarte a visitar Ráfagas y Parpadeos. Como no te tengo como contacto por ningún lado, no pude avisarte de una nueva publicación, en la que hay varias ráfagas tuyas. Excelentes, por cierto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Javier. Me doy otra vuelta.
ResponderEliminarSaludos.