Cuando el inspector Gabardine inspeccionó la habitación advirtió que la
señora Plumetti, que yacía desparramada sobre la cama, había sido
tajeada de arriba abajo y que las manchas oscuras indicaban a las claras
que el agresor no ahorró saña a la hora de acabar con ella. Gabardine
sabía que el esposo de la señora Plumetti, el ingeniero Yacard, era un
sádico, y el final preanunciado de aquella relación no hacía más que
confirmar lo que él sostuviera cada vez que se producía un crimen en
Villa Retazo:
—¡Otro caso de violencia de género!
—¡Otro caso de violencia de género!
Sergio Gaut vel Hartman
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