―¿Por qué llora? ―la chiquilla señala el rostro afilado de la muñeca de porcelana sobre el buró, que parece mirarlas fijamente.
La
anciana toma el juguete con mano temblorosa, lo acaricia y lo aprisiona
contra su pecho. Pero no dice nada. Sabe que siempre que está sola,
vuelve desde la distancia de tantos años la voz de su hija perdida.
Acerca del autor:
José Manuel Ortiz Soto
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