Al tocar con su nariz la uña del meñique del pie fue invisible. Descubrirlo sumergido en la bañera jugando a doblar como un libro su piel, llenó de espuma el espejo en el que ya no aparecía su reflejo. Escondido, invadió lo ajeno. Desvestido, inmune, escuchó, tropezó, vio y vigiló, rió, asustó, robó, tocó, usurpó, acarició, golpeó, sopló, zancadilleó, rió, carcajeó, aulló, rompió, rajó y desnudó, y el último día, eufórico, mató. Al tocar con su nariz la uña del pulgar del pie fue visible. Aparecer sumergido en la bañera jugando a doblar como un libro su piel, salpicó agua hirviendo, histérico y con sus brazos, los azulejos del cuarto de baño. A la vista, se descubrió avergonzado, y bajo el agua, visible, desapareció.
Acerca del autor: Daniel Diez Crespo
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