Dicen que la conciencia quedó encerrada en una esfera perfecta unos años antes del nacimiento del mundo. Surgió de la misma una forma tan bella y perfecta que se perpetuó infinitamente en el infinito; no por ello dejó de crecer en mi imaginación y acunarme al dormir y morderme al comer. Digo yo que una rata no es mejor ni peor que un humano, aunque se eleva a la categoría de diosa cuando se trata de roer los cables de la luz y joderle el alumbrado a todo el vecindario.
Acerca de la autora:
Raquel Sequeiro
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