Inicias con tus voces. Una boca se abre y derrama pájaros sobre el suelo. Yo aquí sentado siento cómo todo final cabe en cualquier momento y de antes, nunca, siempre, después, de una cueva escapa niebla que invade un cuerpo; es tu mi su cuerpo, el cuerpo ése que andamos descubriendo. La llama que no se apagó después de la ceguera. Lo miramos. ¿Cómo chingados llegamos a esto?, pregunta un ave. Bailamos, sordos, sobre las plumas, en silencio.
Acerca del autor: Andrés Herrera
Acerca del autor: Andrés Herrera
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