El microondas golpeaba al tostador y la licuadora intervino en la pelea —sentí miedo y salí corriendo de la cocina—, en la sala: la lámpara de pie arremetía contra el tocadiscos que en ese instante reproducía un disco de jazz; entonces la pianola —cual rinoceronte enfurecido— se abalanzó sobre mí, la esquivé de milagro y se estrelló contra el ventanal cayendo hacía la calle. Es todo lo que tengo que decir, señor Juez.
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Sergio Fabián Salinas Sixtos
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