
SOLITARIA
Walter D. Böhmer
Desde que había llegado al convento lo único que hacía era leer.
Desde que había descubierto que era leer, sufría.
Desde que había descubierto el sufrimiento, solo leía.
Apartada de todos, sólo era acompañada por el crujir de las viejas y húmedas maderas, el ulular de las palomas y el silencio de su corazón.
Hasta que descubrió que realmente estaba sola, sin hijos, ni marido, ni amigos, hermanos, ni padres.
Sola.
—No lo estás —dijo una voz entrando por el campanario como un haz de luz.
—¿Y tú quien eres? —dijo María.
—Soy Dios.
María miró el libro que tenía en su regazo, y alzó la vista.
—Sola —dijo, y la luz desapareció.
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