
UNA HISTORIA CASI INCREÍBLE
Sergio Gaut vel Hartman
Decía tener un oído superlativo, cósmico, absoluto.
—La nínfula del cuarto se peleó con el novio.
—No oigo nada.
—Se toca. Se... autosatisface.
—¡Estamos en el décimo piso!
—Un cartonero acaba de cortarse con un vidrio oculto en la basura. —Y el grito llega desde la calle, reptando por los muros.
—No es posible.
—Llueve en Pergamino.
—Lo dijo la tele.
—¡Oigo la lluvia, imbécil!
—Es un truco —digo, abrumado.
—No, no lo es. Tu corazón acaba de detenerse.
¡Maldición! ¡Es cierto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.