
José Luis Zárate
Hay quien no sabe cuando terminar una broma. Lo de Hércules, por ejemplo. Un muchacho que, de tan normal, era raro, porque nada en él sobresalía. Hablar de su extraordinaria fuerza era un chiste, y de su origen divino cuando era tan parecido a su padre que los confundían. En la aldea todos trataban de contar la anécdota más desorbitada sobre él. Desconocidos le preguntaban qué monstruos derrotó, que mujeres amó, que cosas extraordinarias hizo con sus manos. El pobre aguantaba su creciente fama con resignación. Se sentaba a escuchar cómo atrapó al León de Nemea, a los Pájaros de Estinfalia, a la corza de Cerinia… Relatos que iban de boca en boca, de pueblo en pueblo, por todo el mundo.
Zeús mismo bajó para nombrarlo un semidios por sus hazañas.
A veces, en el Olimpo se escucha una discreta risa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.