
EL VIAJE DE CRISTÓBAL
Javier O. Trejo
Cristóbal decidió pasar sus vacaciones en una isla del Caribe. Viajar en ese barco hacia la playa fue como volver a verlo al almirante igual que en los libros escolares: peinado, con sombrero y botas, hincado y enarbolando el estandarte con un grupo de soldados, casi feligreses, parados en el bote y adorando al nuevo santo que cumplió con la promesa del huevo, y algunos indios asomando que esperan los espejitos de colores, tremenda falacia, indios que con total tranquilidad y sin sorpresa esperan que el almirante los bautice con la secreta promesa, pastiche al fin, de crearlos hombres.
Cuando Cristóbal baja del barco es acosado por taxistas, ofertas de hoteles, de mujeres, de alojamientos, de restaurantes.
Sonriendo, saca dólares y billetes de la moneda local, que son de colores.
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