
EN EL CAMINO
José Luis Vasconcelos
El viejo arrastraba una bolsa de piel. El niño apretaba su mano por temor a que el anciano fuera levantado por el viento.
—Abuelo —dijo el pequeño—, ¿por qué mientras más cerca parece todo tenemos que caminar más?
—Así es la vida, hijo. Esto no se acaba hasta que se acaba. Recuerda que todos confundimos el humo con la llama.
—Lo sé, siempre me dices eso. ¿Crees que algún día jugaremos con la luz que nos espera al final del camino?
—No sé, todo depende.
—De qué...
—De que tan atento hayas estado a la voz del silencio.
—Cierto, me olvidaba…
—Por ejemplo, qué te dice ahora.
—Que bese tu frente, antes de arrojarte al precipicio.
—Abuelo —dijo el pequeño—, ¿por qué mientras más cerca parece todo tenemos que caminar más?
—Así es la vida, hijo. Esto no se acaba hasta que se acaba. Recuerda que todos confundimos el humo con la llama.
—Lo sé, siempre me dices eso. ¿Crees que algún día jugaremos con la luz que nos espera al final del camino?
—No sé, todo depende.
—De qué...
—De que tan atento hayas estado a la voz del silencio.
—Cierto, me olvidaba…
—Por ejemplo, qué te dice ahora.
—Que bese tu frente, antes de arrojarte al precipicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.