
Los médicos movieron la cabeza, tal vez consternados o simplemente confundidos. Después de todo, una muerte segura, tan prematura, no dejaba de ser una patada propinada por Dios en los huevos de la especie. Más allá de las circunstancias que rodeaban al hecho, los médicos estaban enternecidos y mortificados. Y nada moderaba la sorpresa en la que estaban sumidos desde que los análisis y estudios confirmaran que todo era tal como parecía ser.
—¿Has visto algo como esto antes? —dijo el doctor Rizoman.
—No. ¿Un cáncer atacado por un hombre galopante? ¡Jamás! —respondió el doctor Metastasián.
Mientras tanto, el hombre seguía galopando, y el cáncer se preguntaba cuánto le quedaba de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada. Asuntos personales (buenos y malos) que tengas con el/la autor/a del texto y/o los miembros de este blog por favor resolvelos por otros canales ya que este no es el adecuado.
Gracias.