Desde que sufrió el accidente empezó a ser visitado por seres portentosos: minotauros, centauros, sátiros, etcétera. Todos le preguntaban que iban a hacer ahora. Él no sabía qué responderles. Todo se complicó cuando ese fornido barbudo apareció. Era un tipo fuerte, muy fuerte, tanto que levantó un camión cuando dijo:
—¿No me reconoces? Soy tu hijo. —Tuvo la sensación de que se le terminaban las vacaciones.
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