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martes, 7 de junio de 2011

Sexo, mentiras y … - Isabel Mª González



Al fin aparece por la puerta exultantemente atractivo. Martina, contrariada, frunce el ceño; no era su impuntualidad lo que le más le molestaba, sino su incapacidad para enfadarse con él. Su excusa, de lo más inverosímil, zumbaba ya lejana en sus oídos mezclándose con los gemidos ambientales de su primer orgasmo: “Francamente, querido, no me importa lo más mínimo”.

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